Aquel día, era un día habitual, llegue como de costumbre a mi oficina, deshice el maletín repleto de informes, sobre rentabilidades de productos de ahorro-inversión de distintas entidades, había estado creando la planificación financiera de uno de mis clientes en el despacho de casa, me senté en la mesa redonda de cristal donde siempre suelo hacerlo, puse en orden el bloc de notas, la calculadora y el bolígrafo… ya tenia todas mis herramientas preparadas para comenzar con el primer cliente del día, Antonio.

Antonio, llego 5 minutos antes de nuestra cita, lo recibí con una sonrisa , agradecido siempre por su confianza y tiempo… llevamos tiempo conociéndonos pero por circunstancias él nunca había pensado el tener un consultor financiero independiente, una persona que se preocupara y ocupara de mejorar su salud económica-financiera, pensaba que eso era sólo para personas de un perfil económico alto…

Es cierto que él lleva un ritmo vertiginoso de vida, cuando no son viajes, son tareas extraescolares de su hijo, los partidos de pádel con los compañeros, pero un día tomando un aperitivo en un local, me llamo un cliente y él pudo escuchar parcialmente la conversación y al final de la misma me dijo… José, llevamos tiempo conociéndonos y no sé realmente a que te dedicas tú… ¿a qué ayudas a tus clientes?, y le explique que al igual que cuando una persona va al gimnasio y tiene un monitor que le ayuda a crear rutinas de ejercicios para que obtenga mejores resultados y que además que no se dañe por un mal movimiento o sobrecarga, yo hacía lo mismo pero a nivel económico. Cuido de la salud económica de mis clientes para que consigan sus objetivos, en menos tiempo, empleando menos recursos, evitando que se endeuden y aprovechando ventajas fiscales.

En ese momento Antonio, puso como cara de desconcertado, me dijo… cuéntame mejor…
Te comento, lo que hago es conectar el presente actual de mis clientes con su próximo futuro, conocer y evaluar cuál es su situación actual para proyectar un camino juntos y que cumplan sus sueños, sus objetivos. Me volvió a preguntar… ¿Qué objetivos?, le dije, al igual que cuando alguien tiene un entrenador personal le recomienda como se debe de trabajar distintas partes del cuerpo: piernas, brazos, abdomen, espalda… hay 3 pilares básicos en la salud económica de una persona: la familia, el hogar y el futuro.

La “familia” la entendemos como planificar los gastos que te van a suponer tus hijos para que en el futuro no tengas que reducir tu nivel de vida o endeudarte; el “hogar” como la financiación del mismo y cómo pagar menos intereses, así como acabar cuanto antes con tu hipoteca; y por último el “futuro”, la jubilación, no verte afectado por la crisis del sistema de las pensiones públicas, que en la actualidad sigue habiendo mucho desconocimiento de este asunto.

La siguiente pregunta de Antonio, fue…, y eso ¿cómo se hace?, y le hable del cuento de la cigarra y la hormiga, y ese momento fue cuando realmente entendió que si organizaba su vida y sus recursos económicos, iba a ser mejor para su familia y para él, comprendió que sus decisiones del presente condicionaban totalmente su futuro, y que tendría que ponerse manos a la obra ya…que tenía que organizar mejor su presupuesto económico familiar para no sólo tener calidad de vida hoy, sino tenerla siempre.

Para cerciorarme de que había comprendido a que me dedicaba, le pregunté, entonces… cuando le cuentes a María, a tu mujer, de lo que hemos hablado ¿qué le vas a decir?, y él todo lo resumió con una frase… Tú eres el “tío del dedo”… me quedé perplejo, unos estudios superiores en económicas, múltiples cursos de especialización y 20 años de profesión resumidos en un sencillo “tío del dedo”; le pregunté… ¿cómo que el tío del dedo?, y él me respondió… Sí José, eres la versión mejorada del “este queso para este pan y este pan para este queso”, por la falta de tiempo, conocimiento o ganas de pararnos en los temas de economía doméstica nos dejamos llevar por el día a día y necesitamos que alguien nos recuerde y nos diga con su dedo donde destinar nuestros recursos económicos para que consigamos nuestras metas, y ya no solo donde sino cómo emplearlos de la mejor de las maneras.

Y así, pase de ser de conocido de Antonio, a su consultor financiero, o mejor dicho… a su tío del dedo.

“Nadie planea fracasar, pero muchos fracasan por no planear”