Reflexionando sobre el cierre del 2023 y proyectando nuestras miradas hacia el futuro del 2024, como cada año es obligatorio analizar las lecciones aprendidas y ajustar nuestras estrategias financieras. Para ello voy a recopilar las consideraciones que publiqué en el análisis que hice del cierre del año 2022 y perspectivas del 2023 y desde ahí poder evaluar cómo se han desenvuelto, para así proporcionar nuevas perspectivas para 2024.

Al final del 2022, mi primera consideración para 2023 fue:

«La renta fija a corto plazo NO, a largo plazo esperar hasta mediados de año para saber si las subidas de tipos han llegado a su máximo.»

En retrospectiva, la renta fija a corto plazo no ofreció los resultados esperados en 2023 aunque han sido superiores a los años que llevábamos con tipos bajos y a largo plazo como a mediados de año ya se empezó a hablar del freno a las subidas de los tipos y que empezarían en breve las bajadas, pues ha dado una rentabilidad superior que la renta fija a corto plazo:

2023 vs 2024 ¿Y ahora qué?

Así que mi primera consideración para el año 2023 no iba mal encaminada.

Para este 2024, insisto en que por concepto, no me gusta especialmente invertir en deuda de ningún tipo, pero si tuviera que invertir en renta fija, consideraría la inversión en renta fija solo a largo plazo, especialmente en bonos de alta calidad y esperaría a justo el momento anterior a que llegasen las más que probables bajadas de tipos que ahora sí parece que se van a producir en 2024, asegurándome así la deuda emitida a los tipos más altos en los próximos años, lo que me garantizará tener en mi mano la mejor deuda que exista en el mercado en los próximos años y así poder tener un aumento de rentabilidad en mercado secundario por si me hiciera falta esa inversión antes de vencimiento ya que las nuevas emisiones saldrán a tipos más bajos.

La segunda consideración que hice para 2023 fue:

«A corto plazo mejor invertir en oro como valor refugio que invertir en deuda pública o deuda corporativa.»

Fuente: www.inversoro.es

 

El oro ha demostrado ser un refugio sólido en 2023, superando a otras alternativas a corto plazo más conservadoras como la deuda pública y corporativa, las cuentas de ahorro, los depósitos bancarios o los fondos monetarios que en ningún caso se han acercado a la rentabilidad de más del 10% que ha ofrecido la inversión en oro físico en este 2023.

Así que esta segunda consideración realizada para 2023 ha sido un acierto total.

Para el 2024, a corto plazo, mantengo mi confianza en la inversión en oro físico, por delante de cualquier otra inversión, porque las bajadas de tipos pronosticadas harán de nuevo que la inversión en oro pueda ser superior a las rentabilidades a la baja que podemos esperar de la renta fija a corto plazo, de las cuentas de ahorro remuneradas, de los depósitos bancarios y de los fondos monetarios, además de que se prevé un dólar débil y cuando el dólar baja el oro sube y porque en momentos de incertidumbre geopolítica como los actuales el oro siempre se ha comportado como un valor refugio a corto plazo.

Mi tercera consideración para 2023 fue:

 

«Pero la mejor posición para 2023 es, sin lugar a dudas pensar en largo plazo e invertir en renta variable de forma global y a ser posible con una gestión activa que te ayude a capear los temporales que nos vamos a encontrar por el camino sobre todo en los próximos dos o tres años.»

Fuente: elaboración propia

Los principales índices bursátiles han tenido un comportamiento mejor de lo esperado con una subida media del 24,95% en un solo año, recuperando en solo un año la pérdida que tuvieron en el año 2022 que fue cercana al 14%.

Otro acierto pleno.

Subidas espectaculares como el 54,29% del Nasdaq, o las subidas de más del 20% del Ibex35, del S&P500, o del Nikkei, acompañados muy de cerca por la evolución del Euro Stoxx 50 y algo más rezagado el Dow Jones, me reafirman que la panacea de la inversión más segura no es solo la inversión indexada al S&P 500, tan de moda en los últimos años, si no estar invertido en todo el mundo, de la forma más diversificada posible y con una gestión activa que te permita no perderte ninguna oportunidad de crecimiento que se produzca y que te permita actuar con rapidez en momentos de incertidumbre y volátiles como los actuales que vivimos.

 

Es lo que tiene la inversión en renta variable, que la volatilidad aumenta, por consiguiente el riesgo a corto plazo, pero es la inversión con la que puedes tener mayor probabilidad de obtener “rentabilidades positivas reales”, es decir rentabilidades que superen la inflación y que realmente aumenten mi poder adquisitivo, pero siempre que tu inversión la tengas planificada con un horizonte temporal de medio a largo plazo.

 

Para el 2024, pensando en medio y largo plazo, seguiría con mi estrategia de inversión en renta variable global, con gestión activa debido a que seguimos en momentos geopolíticos inciertos (continua el conflicto Ucrania-Rusia, tenemos el reactivado el conflicto Israel-Palestina, en 2024 tendremos la elecciones en EUU…).

 

Seguiría realizando mis inversiones una parte de forma periódica para promediar el costo de mi inversión, dejando siempre liquidez para aprovechar principalmente los momentos de caída que sí o sí se van a producir a lo largo de estos años para optimizar el costo de mis inversiones y dejar que el tiempo, la paciencia, la constancia y el interés compuesto lleven mis inversiones a resultados positivos “reales”

 

Y por supuesto no dudes ponerte en manos de expertos que te puedan asesorar, explicar y hacerte comprender las diferentes alternativas para que tus decisiones financieras para 2024 sean las mejores porque serán las que tú has decidido tras dejarte asesorar.

 

Este artículo está basado en opiniones personales, no contiene información suficiente para apoyar una decisión de inversión y no debería ser tomado como referencia para evaluar las ventajas de invertir en cualquier valor o producto. Las previsiones, cifras, opiniones, técnicas y estrategias de inversión aquí reflejadas, se ofrecen exclusivamente para fines informativos, sobre la base de ciertos supuestos, condiciones actuales, expectativas futuras de los mercados y no debe ser considerado como asesoramiento o recomendación sobre ningún producto, estrategia, o para otros fines en ninguna jurisdicción.

Invertir en los mercados financieros implica un riesgo de pérdida y no hay garantías de que todo o parte del capital invertido sea reembolsado, ya que están sometidas a las fluctuaciones de los mercados financieros mundiales y de los tipos de cambio internacionales.

Cada persona debe valorar de forma independiente las consecuencias y determinar, junto con su propio asesor profesional, lo que considere adecuado para alcanzar sus objetivos personales.