En el mundo de las inversiones, dos enfoques principales compiten por la atención de los inversores: la gestión pasiva y la gestión activa. Si bien la gestión pasiva ha ganado popularidad en los últimos años, especialmente gracias a la proliferación de fondos indexados y ETFs, no se puede subestimar el valor y los beneficios potenciales de la gestión activa.

Muchos inversores optan por la gestión pasiva, simplemente porque los costos asociados son inferiores. Sin embargo, si este aspecto fuese el único a valorar, no habría discusión y todo el mundo invertiría usando una gestión pasiva, porque a igualdad de rentabilidad, si me ha costado menos, pues mayor rentabilidad neta. Pero sabemos perfectamente que eso no es así y que hay muchísimos inversores que optan por la gestión activa, por lo que es importante analizar los beneficios que la gestión activa puede ofrecer en un panorama económico siempre cambiante.

Los mercados financieros son volátiles y están sujetos a cambios diarios. Cuando los cambios son en positivo, tanto la gestión activa como la pasiva podemos decir que están tranquilos, pero cuando los cambios son en el terreno de las fluctuaciones negativas, la gestión activa tiene más herramientas para adaptarse rápidamente a los cambios en el entorno económico para tratar de reducir el impacto en tus resultados, mientras que los gestores pasivos mantienen su estrategia de imitar a su índice de referencia que está en caída y si imitan a su índice han cumplido su objetivo.

Desde el punto de vista psicológico y emocional y sabemos que en el mundo de la inversión la psicología y el control de las emociones es fundamental, esto se traduce en que en momentos negativos, el inversor activo tiene la seguridad de que se está intentando minorar el impacto y que su gestor está peleando por minimizar los riesgos, mientras que el inversor pasivo se queda quieto, estático soportando caídas por ejemplo como las de 2022 de más de un 20% en algunos índices y encima sabe que nadie va a hacer nada por minimizar el riesgo salvo la socorrida frase de “ya subirá” y eso es difícil de soportar porque ya sabemos que el aspecto emocional puede más que el racional en las inversiones y no todo el mundo es capaz de soportar esta situación y con caídas del 5% muchos inversores se ponen nerviosos, cuando hay caídas del 10% muchos tiemblan y tienes que ser muy paciente y muy tranquilo para ver cómo caen tus inversiones sin que nadie haga algo para evitarlo.

¿Y por qué no siempre vale la frase “ya subirá”?

Porque cuando una inversión cae, cada porcentaje de pérdida requiere un porcentaje mayor de ganancia para volver al punto de partida.

Por ejemplo, si tu inversión cae un 10%, necesitas un 11,11% de ganancia para recuperarte. Pero si cae un 20%, necesitas un 25% para volver al mismo nivel. Y si cae un 30%, ¡necesitas una recuperación del 42,86%!

Imagina que en lugar de caer un 20% como ha caído tu índice de referencia que la gestión pasiva tiene que replicar, tu inversión solo cae un 18% gracias a la gestión activa realizada. Ahora solo necesitas un 21,95% de ganancia en vez de un 25% para volver al punto inicial. ¡Eso es una ventaja significativa!

Por cada punto que la gestión activa consiga reducir las pérdidas frente a la caída de su índice de referencia, más fácil es para tu inversión coger el camino de la recuperación y la rentabilidad positiva y ahí la gestión activa, tiene más herramientas como diversificar, proteger contra riesgos, ajustar con estrategias como el enfoque en crecimiento (growth) o en valor (value), lo que permite aprovechar oportunidades emergentes para ayudarte a minimizar las pérdidas de forma proactiva y acelerar la recuperación, algo que la gestión pasiva simplemente no puede ofrecer.

Como ejemplo de lo que te puedes estar perdiendo, puedes ver este artículo del economista publicado el 11 de febrero de 2024, en el que nos muestran que la rentabilidad de la inversión “value” en el último siglo ha sido de un 12% anual mientras que el S&P500 ha conseguido un 9% de rentabilidad anual, hablamos de la posibilidad de dejar de ganar un 3% más cada año y durante 100 años, creo que es una más que respetable diferencia para desmitificar que los costes de la gestión activa minan tu rentabilidad frente a los bajos costes de la gestión pasiva.

El ‘Value’ logra un 12% en el siglo frente al 9% del S&P (eleconomista.es)

 

Y aunque es verdad que existen muchos fondos de inversión activa que no superan a sus índices, no es menos verdad que existen cientos de fondos de inversión de gestión activa que superan con asiduidad a sus índices de referencia, lo que te puede llevar a dejar de ganar (costo de oportunidad) un 3% anual que a la larga es una diferencia de rentabilidad brutal y que compensa de sobra los costos de la gestión activa.

¿Pero cualquier gestión activa sirve?

No todas las gestiones activas superan las rentabilidades de sus índices de referencia porque si fuese así, todo el mundo invertiría usando una estrategia de inversión activa y no habría discusión y es aquí donde viene la importancia de seleccionar correctamente qué fondos de gestión activa escoger, qué gestor escoger, porque no todo vale.

Es crucial seleccionar fondos en los que la gestión activa sea verdaderamente independiente y donde el gestor pueda agregar valor de manera consistente y para eso existen ratios que nos indican cómo es la gestión del gestor de tu dinero.

Uno de esos ratios, es el ratio Alpha, que mide la capacidad del gestor para superar el rendimiento esperado. Un Alpha positivo indica que el gestor ha generado un rendimiento superior al de su índice de referencia, mientras que un Alpha negativo sugiere un rendimiento inferior al esperado, por lo que el valor añadido de la gestión activa no ha existido.

Un gestor activo competente no solo debería apuntar a superar el rendimiento del mercado, sino también a gestionar el riesgo de manera efectiva. Esto implica buscar un equilibrio entre la búsqueda de oportunidades de inversión y la protección contra la volatilidad excesiva del mercado. Y para poder evaluar este aspecto podemos fijarnos en el ratio Sharpe, ya que este ratio mide la habilidad del gestor para obtener rentabilidad en función del riesgo que asume, de manera que un índice Sharpe superior a 1 nos marca que por cada unidad de riesgo que asume el gestor está obteniendo una rentabilidad mayor que el riesgo asumido y así no solo te fijes en la cifra absoluta de rentabilidad obtenida, si no que te fijes en la relación entre la rentabilidad y el riesgo asumido.

En definitiva, creo que lo más importante es la toma de decisiones que debes tomar cada año, analizando numerosos factores, no solo el costo de la inversión, si no muchos más, como tu situación personal, tu situación profesional, tus objetivos, tu horizonte temporal, la inflación, los tipos de interés, el entorno macroeconómico, los conflictos geopolíticos, para poder posicionarte cada año en los activos y en el tipo de gestión más adecuados para ti en función de todo este conjunto de factores y no solo en función de que el costo del producto sea más económico o menos, que siendo importante y hay que tenerlo en cuenta, no puede ser el único punto en el que bases tus tomas de decisiones.

Si tú solo eres capaz de hacer ese análisis cada año y tomar las decisiones de inversión más correctas para ti, ¡enhorabuena¡, pero si no te vez capaz de hacerlo tú solo, no dudes en ponerte en manos de un profesional del asesoramiento financiero, que sabrá orientarte en cada momento para que puedas optimizar tus recursos financieros y consigas tus objetivos lo más rápidamente posible, con la estrategia de inversión más adecuada en cada momento.

 

Este artículo está basado en opiniones personales y no contiene información suficiente para apoyar una decisión de inversión y no debería ser tomado como referencia para evaluar las ventajas de invertir en cualquier valor o producto. Las previsiones, cifras, opiniones o técnicas y estrategias de inversión aquí reflejadas se ofrecen exclusivamente para fines informativos, sobre la base de ciertos supuestos, condiciones actuales, expectativas futuras de los mercados y no debe ser considerado como asesoramiento o recomendación sobre ningún producto, estrategia, característica de plan o para otros fines en ninguna jurisdicción.

Cada persona debe valorar de forma independiente las consecuencias y determinar, junto con su propio asesor profesional, lo que considere adecuado para alcanzar sus objetivos personales.

Invertir en los mercados financieros implica un riesgo de pérdida y no hay garantías de que todo o parte del capital invertido sea reembolsado, ya que están sometidas a las fluctuaciones de los mercados financieros mundiales y de los tipos de cambio internacionales.