En esta época invernal, en la que el tiempo es uno de los temas más habituales de conversación, borrascas, nevadas, heladas, ventiscas, etc… me ha venido a la cabeza el refrán popular que dice “que nunca llueve a gusto de todos”, que básicamente viene a decir que a cada persona le afecta el tiempo de una manera diferente, que lo que para uno puede ser bueno para otro pude ser malo.

Pero sin embargo cuando hablamos de “tiempo” pensando en el plazo que nos damos para conseguir rentabilidad financiera si podemos decir que “siempre llueve a gusto de todos” ya que el tiempo sí nos afecta a todos por igual, porque hay una premisa que es igual para todos:

Mientras más tiempo nos demos, mientras más plazo tengamos, mayor es la probabilidad de alcanzar resultados positivos.

Cuando me reúno con mis clientes, en la primera toma de contacto, normalmente les suelo poner este ejemplo:

Supongamos que una persona aporta de su bolsillo a un producto financiero 50.000€ y cuando va a rescatarlo tiene 100.000€ ¿Os parece mucha rentabilidad o poca? La mayoría de las veces me responden que sí, que les parece una buena rentabilidad, ya que ha doblado sus aportaciones, ha obtenido un 100% de rentabilidad.

Es verdad que en este ejemplo hemos obtenido una rentabilidad que dobla las aportaciones realizadas, pero eso no determina si la rentabilidad ha sido buena o no, ya que la respuesta correcta es:

Que depende del tiempo que haya tardado en lograse.

Si aporto hoy 50.000€ y al final del año que viene tengo 100.000€, por supuesto que la rentabilidad ha sido magnífica, un 100% en un año espectacular, pero si lo hemos conseguido en 40 años la rentabilidad obtenida ya no parece tan buena.

Para obtener un 100% de rentabilidad, tendría que conseguir “en teoría” un 5% de rentabilidad neta anual en 20 años, en “teoría” un 4% en 25 años, en “teoría” un 3,33% en 30 años, etc…, y aquí tenemos de nuevo la importancia del tiempo, a mayor plazo menos tengo que arriesgar para conseguir el mismo resultado, por lo tanto, a mayor plazo disminuyo el riesgo con respecto a otra persona que quiera conseguir lo mismo que yo en menos tiempo.

Y digo en teoría porque si usamos productos que funcionen con interés compuesto, gracias a la magia del interés compuesto nuestra rentabilidad puede crecer de forma exponencial de manera que:

Con un 5% neto de rentabilidad anual de media conseguiríamos convertir nuestros 50.000€ en 100.000€ en prácticamente 14 años en vez de en 20 años y en 20 años tendríamos más de 132.000€.

En el caso de un 4% de rentabilidad en vez de alcanzarlo en 25 años lo alcanzaríamos en 18 años y en 20 años tendríamos un capital de casi 110.000€ y en 25 años un capital de más de 133.000€.

En el caso del 3,33% de rentabilidad anual neta de media, alcanzaríamos los 100.000€ a los 22 años en vez de a los 30 años y nuestros 50.000€ se podrían convertir en más de 133.000 €.

Al final todos alcanzan un resultado similar, la diferencia es que el que tenga menos plazo tendrá que arriesgar más y el que tenga más plazo podrá lograrlo con menos riesgo.

Continuando con el ejemplo que pongo a mis clientes, les vuelvo a preguntar:

¿Y aportar 50.000€ te parece mucho o poco?, aquí ya se han aprendido la lección y ya normalmente si me contestan que “depende del tiempo”.

Efectivamente, si tengo que ahorrar 50.000€ en un año es una gran cantidad y solo unos pocos privilegiados podrían realizarlo, pero si aporto 208 euros al mes en 20 años tendría prácticamente los 50.000€ de aportaciones, si aporto 166 euros al mes lo conseguiría en 25 años y si aporto 138 euros al mes lo lograría en 30 años y esto son cantidades ya mucho más asequibles y asumibles por la mayoría de los pequeños ahorradores.

Aquí de nuevo el tiempo afecta igual para todos, a mayor plazo menor esfuerzo mensual tendré que hacer para ahorrar la misma cantidad final, por lo que se hace más cómodo conseguir aportar lo que me haya propuesto.

En una planificación financiera el tiempo es un factor clave y es un factor que nos afecta a todos por igual, a mayor plazo menor esfuerzo económico tengo que realizar mes a mes para alcanzar los mismos resultados y a mayor plazo menos tengo que arriesgar para conseguir el mismo resultado que otros que tengan menos tiempo.  

Por eso, en nuestra planificación financiera, más importante que la cantidad que pueda destinar a ahorrar cada mes, más importante que la cantidad que finalmente vaya a alcanzar, es mucho más importante el factor tiempo, empezar cuanto antes, no dejarlo para mañana, para que consiga lo que consiga finalmente siempre lo haya conseguido con el menor esfuerzo mensual y con la mayor probabilidad de obtener resultados positivos.

No podemos pensar solo en un corto plazo, porque es difícil obtener rentabilidades altas en poco tiempo, salvo que asumamos grandes riesgos y/o especulemos, si no que debemos plantearnos objetivos a mayor plazo, pensar más en medio y largo plazo, simplemente porque es más probable que obtengamos mejores resultados y porque lo que consigamos finalmente nos habrá costado menos esfuerzo conseguirlo.