Lo que más abunda en el mundo de las inversiones es encontrarte a una persona con aversión al riesgo, es decir, conservadora. La falta de educación financiera en España provoca que la mayor parte de los ahorros de los españoles estén en cosas tan tradicionales como depósitos o cuentas de ahorro. Se invierte en productos que se conocen, lo más simple del mundo, pones una cantidad a un tiempo y recibes lo que has puesto más un escaso interés en comparación con la inflación reinante.
Mientras, el banco ese dinero, lo invierte cómo podrías hacerlo tú, consiguiendo un margen muy importante, lo presta en una tarjeta de crédito a un 21%, en un préstamo personal al 8,5% o en una hipoteca al 4%; mientras que a ti te lo ha comprado al 2%, en el peor de los casos hablamos de un 200% de rentabilidad. Somos el perfecto mercado de abastos para los banqueros. Y te estarás preguntando: ¿puedo yo hacer eso?; rotundamente sí, gracias a las plataformas de préstamos entre particulares (peer to peer) con los mismo mecanismos de protección que pone un banco: seguro de vida, seguro de impagos, haciendo un pre-estudio de riesgo del perfil de los potenciales titulares y sólo financiando a prestatarios que soliciten sólo un porcentaje menor del precio, es decir, que aporten fondos propios. Además, existen tanto plataformas de préstamos personales con rentabilidades entorno a un 10%; como de préstamos hipotecarios desde un 3,5% hasta un 7%.
Otro vehículo últimamente usado por los perfiles menos dinámicos son las letras y bonos del Tesoro, con rentabilidades más halagüeñas que los depósitos, pero aún con su 3,5% que no llega al 6,2% de la pegajosa inflación subyacente que campa por territorio hispano. Además, olvidamos que Estados como el español o el italiano, están sobre endeudados por encima del 100% del PIB y que en muchas ocasiones, para pagar el vencimiento de un bono vuelven a endeudarse haciendo una bola difícil de parar.
De hecho a principios de agosto la agencia de calificación crediticia Fitch, redujo la de la deuda americana, tras la nueva ampliación del techo de deuda. Los Estados quiebran al igual que los bancos (no vamos a recordar el 2012), y sino que se pregunten a los alemanes que quedaron atrapados por el default de Grecia. Si lo que buscamos es evitar volatilidad para nuestros ahorros, sólo hay que situarse en el activo refugio por excelencia del mundo… el oro y su prima la plata de paso. El oro es estable además de tener una rentabilidad media anualizada en los últimos 4 lustros del 8%, y además, este año la demanda de oro es superior a la oferta en un 7%. Un dato técnico para los más miedosos, desde el acuerdo Basilea III el oro tiene la catalogación como activo “Tier 1”, la misma seguridad que el dinero en efectivo.
Y… ¿qué te puedo decir de los bienes raíces o inmuebles y su falsa sensación de seguridad por la tangibilidad? Pues que no es el momento, con una demanda coartada por: a) el incremento del precio de la vida, b) la subida de las cuotas hipotecarias por el ascenso del Euribor y c) las mayores exigencias crediticias por los bancos. Tampoco podemos olvidar el lado de la oferta, con la nueva ley de vivienda, que más que proteger al arrendador del fenómeno de la okupación y los impagos de los arrendatarios, anima a dejar de alquilar y vender a los arrendadores. Así, sube la oferta, baja la demanda y se contraen los precios como enuncian tanto el BBVA y Bankinter en sus últimos estudios sobre el sector.
No es que el ladrillo no sea un opción de inversión, pero tiene sus riesgos, y para correr riesgos, usemos con cabeza el mal llamado activo de riesgo, la renta variable que es el más rentable, pero correctamente. Usar un cuchillo puede ser peligroso pero si tomas las precauciones necesarias, cortarás a la inflación por en medio sin arañarte. De hecho, este año el índice bursátil americano arroja una plusvalía de más del 16%, el europeo del 10% y el español del 12% y aún no ha terminado el año. La pregunta no es si invierto o no en renta variable, sino CÓMO hacerlo sin riesgo, y para ello sólo tienes PINCHAR AQUÍ para verlo.
Así, el recetario ante la enfermedad de la pérdida del poder adquisitivo es que dejes de auto medicarte con depósitos, cuentas remuneradas, letras y bonos del Tesoro o la compra de inmuebles, y que le hagas caso a tu “médico financiero” y su recetario de los préstamos entre particulares, el oro, su prima la plata y la renta variable.
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