Estamos ya acabando este año 2022, es el momento de pararnos a pensar qué ha pasado en este año y qué nos viene en 2023. Como siempre es mucho más fácil analizar qué nos ha dejado el 2022 que adivinar qué nos va a traer el 2023.

El 2022 nos despertó con la guerra Ucrania – Rusia, conflicto geopolítico en una Europa que creíamos ya avanzada y moderna capaz de controlar a través de la economía y de la diplomacia cualquier atisbo de conflicto bélico, pero que, de golpe, la realidad nos dio una bofetada y nos puso en alerta de que aún queda mucho camino que recorrer para evitar conflictos bélicos. No puedo ni imaginar lo que este conflicto está suponiendo a nivel humano a tantas y tantas personas, y solo puedo transmitir todo mi apoyo a todas las personas que estén sufriendo en esta grave situación bélica y desear que termine lo más pronto posible.

Pero haciendo de tripas corazón, toca hablar del resultado económico de este conflicto, que principalmente ha supuesto problemas con los suministros de alimentos básicos, problemas con el suministro de energía, subida de precios generalizada que terminó de disparar la inflación a máximos que no se conocían desde hacía muchísimos años.

Cuando suben los precios, las personas de a pie, con el mismo dinero podemos comprar menos cosas (sufrimos pérdida de poder adquisitivo), por lo que en general empezamos a controlar el gasto y compramos menos productos y servicios de las empresas, que venden menos y al vender menos, pues las expectativas de beneficios empresariales son menores lo que provoca caídas de sus cotizaciones en los mercados financieros.

Ante este panorama las políticas monetarias de los bancos centrales mundiales en general, empezaron a tomar cartas en el asunto y decidieron subir los tipos de interés, con el firme compromiso sobre todo desde Estados Unidos y acompañado también por Europa, de subir los tipos de interés todas las veces que haga falta hasta controlar la inflación.

Todas estas circunstancias han provocado en los mercados, que este año 2022, sea un año de números rojos para la renta variable, algo entendible por los inversores en renta variable que ya saben que la renta variable es muy volátil y le afecta mucho cualquier “noticia” tanto para las subidas como para las bajadas.

 

Pero también han provocado que las inversiones “más seguras” la famosa renta fija que te ofrecen diciendo que es una inversión segura, haya tenido pérdidas muy elevadas y en algunos casos de hasta dos dígitos.

Fuente: www.quefondos.com (media de la categoría fondos de inversión de renta fija internacional global)

 

Si invierto en renta variable admito esas bajadas, son parte de las reglas del juego, pero si invierto de manera conservadora no debería admitir esas grandes bajadas que ha sufrido la renta más conservadora.

Algo ha cambiado y las reglas del juego ya no funcionan igual que han funcionado hasta ahora. ¿Y ahora qué?

En este 2023 la mayoría de personas endeudadas, principalmente las hipotecadas, van a sufrir los efectos de estas subidas de los tipos cuando les toque la revisión de sus hipotecas y de sus préstamos, y se van a encontrar que van a tener subidas de cuotas hipotecarias entre 150€ y 300€ al mes, por lo que lo van a notar en su bolsillo diario y lo van a notar mucho.

Al tener que destinar más parte de su dinero a pagar esas deudas, les quedará menos dinero para gastar en otras cosas, con lo que se frena el consumo y cuando las empresas no venden sus productos o servicios, tienden a bajar los precios y así la inflación frena su subida al principio y posteriormente empezará su descenso.

De hecho, ya se está consiguiendo frenar ese caballo desbocado de una inflación creciente mes a mes, pero aún queda para que empecemos a notar un descenso importante, aún queda mucho camino por recorrer, ya que se espera que por lo menos hasta la primera mitad del año 2023, sigan habiendo subidas de tipos de interés, más moderadas que las que se han realizado en 2022, pero seguirán subiendo los tipos de interés.

El freno al consumo va a provocar que las empresas van a vender menos productos y servicios, van a tener que seguir revisando a la baja los precios, lo que va a provocar que entremos en un periodo de desaceleración económica e incluso se habla de entrar en recesión económica a partir del segundo semestre de 2023.

Esa es la situación que nos podemos esperar y ahora toca pensar qué podemos hacer con nuestras inversiones en este año 2023.

Para el 2023, cobra más fuerza que nunca el factor tiempo que nos demos como objetivo para rentabilizar nuestras inversiones y la forma de realizar dichas inversiones.

 

Si pensamos en renta fija:

  • A corto plazo:

Aunque estén dando buenas rentabilidades por las subidas de tipos de interés, no superarán la inflación a corto plazo.

Así que mejor invertir a corto plazo en activos refugios como los metales de inversión (oro, plata, etc..) que tradicionalmente se han mostrado fuertes como valores refugio en épocas de caída de la renta variable y pueden darte rentabilidades que sí superen la inflación a corto plazo.

  • A largo plazo:

Esperaría a que las subidas de tipos de interés lleguen a su tope para entrar en renta fija a largo plazo. Puede ser que a mitad de año lleguemos a ese pico máximo de subidas, habrá que estar atentos. El motivo es sencillo, si compro renta fija a largo plazo en los tipos más altos que se esperan en los próximos años, cuando los tipos bajen y la nueva deuda que se emita salga a tipos más bajos, yo tendré en mi mano la renta fija más alta y en el mercado secundario mi renta fija tenderá a subir y podré obtener incluso mayores rentabilidades por el camino, sin tener que esperar a que llegue a vencimiento la renta fija que he comprado a largo plazo.

Si pensamos en renta variable:

  • A corto plazo:

Pues el año 2023 volverá a ser un año muy volátil, en el que, si se impone la tendencia de desaceleración económica o entramos en recesión económica, pues será un año complicado para la renta variable a corto plazo.

  • A largo plazo:

Como en todas las crisis, no es la primera vez que vamos a vivir periodos de desaceleración o de recesión económica y cuando esto ocurre la renta variable se convierte en una oportunidad, porque vas a entrar “barato” en el mercado de renta variable y si ocurre lo que siempre ha ocurrido, que es que de las crisis siempre se sale y siempre se sale superando el nivel anterior a la crisis, pues a largo plazo hay que estar en renta variable sí o sí. Pero se aconseja tener una buena estrategia, como puede ser entrar poco a poco a los mercados de una forma periódica para coger todas las subidas que se produzcan, pero sobre todo para poder aprovechar todas las caídas que se produzcan.

 

Conclusión para el 2023:

 El 2023 (y probablemente algún año más) va a ser un año muy volátil, por eso lo mejor es poder contar con un buen asesor financiero que te ayude a tener la mejor planificación financiera posible que abarque todos tus horizontes temporales y que te ayude a analizar en cada momento la estrategia a seguir.

En líneas generales renta fija a corto plazo no, a largo plazo esperar hasta mediados de año para saber si las subidas de tipos han llegado a su máximo, si a pesar de eso me decido por la renta fija mejor buscar renta fija corporativa que pública, pero la mejor posición es sin lugar a dudas pensar en largo plazo e invertir en renta variable de forma global y a ser posible con una gestión activa que te ayude a capear los temporales que nos vamos a encontrar por el camino sobre todo en los próximos dos o tres años.

 

Este artículo está basado en opiniones personales, no contiene información suficiente para apoyar una decisión de inversión y no debería ser tomado como referencia para evaluar las ventajas de invertir en cualquier valor o producto. Las previsiones, cifras, opiniones, técnicas y estrategias de inversión aquí reflejadas, se ofrecen exclusivamente para fines informativos, sobre la base de ciertos supuestos, condiciones actuales, expectativas futuras de los mercados y no debe ser considerado como asesoramiento o recomendación sobre ningún producto, estrategia, o para otros fines en ninguna jurisdicción.

Invertir en los mercados financieros implica un riesgo de pérdida y no hay garantías de que todo o parte del capital invertido sea reembolsado, ya que están sometidas a las fluctuaciones de los mercados financieros mundiales y de los tipos de cambio internacionales.

Cada persona debe valorar de forma independiente las consecuencias y determinar, junto con su propio asesor profesional, lo que considere adecuado para alcanzar sus objetivos personales.