Si unes mis últimas dos newsletters, puedes concluir que, en función de tus ingresos, tienes tres opciones para construir un capital para disfrutar en tu retiro, la jubilación, y así evitar la crisis del sistema de las pensiones públicas: un plan de pensiones si ganas más de 60.000€/año, un PIAS y un seguro de vida dotado. No son excluyentes, sino complementarios, sin perder de vista la cantidad que debes destinar a este objetivo vital, el 10% de tus ingresos. De hecho, me encuentro de vez en cuando con alguna persona que no está correctamente orientada en este sentido, porque con unos ingresos de 2.000€/mes ahorran 50 o 100€/mes, lo cual es insuficiente para el mañana. El objetivo es mantener tu nivel de vida y, por tanto, debes ahorrar proporcionalmente en función de tus ingresos.
Hoy nos centraremos en los Planes Individuales de Ahorro Sistemático.
El Estado, conocedor en el 2️⃣0️⃣0️⃣7️⃣ de la situación que se le venía encima, decidió crear una nueva opción para motivar a los ciudadanos a ahorrar para la jubilación, los PIAS. Planes de ahorro que si se cumplen varios requisitos, ni el capital ni el beneficio tributan, a diferencia de los planes de pensiones, evitando la doble tributación que suponen estos últimos; y a diferencia de los fondos de inversión, ni siquiera tributando el beneficio, lo que representa un valor añadido, dado que el cliente se ahorra una cantidad considerable en impuestos:
a) Tenerlo más de 10 años, aunque en el 2015 se redujo a 5 años sin sentido…
b) No aportar anualmente más de 8.000€.
c) No aportar más de 240.000€ en toda la vida del producto.
d) Rescate en forma de renta vitalicia. Es decir, como si fuera el alquiler de un piso, una pensión privada vitalicia. No se decide este último requisito hasta el final, en función de tus circunstancias personales, si rescatas totalmente pagando impuestos por el beneficio, o el tipo de renta vitalicia con la que amortizas el capital acumulado, evitando la factura con Hacienda (pura, con capital diferido, con capital de fallecimiento, reversible, no reversible…).
Por aquellos entonces, muchas entidades bancarias y aseguradoras usaron sus PIAS como una manera de captar capital de forma barata entre sus clientes, con la zanahoria de la fiscalidad ventajosa, rentabilidades paupérrimas para el ahorrador y liquidez, lo que yo llamo una hucha tonta ; confundiendo lo que debe ser un producto de largo plazo no disponible pero sí rentable, y afectado por el efecto de interés compuesto, con otro de corto plazo disponible.
Si el último de los requisitos para la exención fiscal es el rescate en forma de mensualidad, y no acumulamos un capital interesante que después se traduzca en una mensualidad que aporte valor añadido a nuestros futuros ingresos, no tiene sentido tener esta opción para la jubilación. De esta manera, necesitamos un binomio estratégico: tiempo y rentabilidad; y no liquidez más réditos reducidos.
¿Quién dijo que la liquidez era buena? Supongo que si has sido tan inteligente de hipotecarte a largo plazo para tener una cuota cómoda, tras ver estos números te habrás dado cuenta de que lo interesante es invertir/ahorrar también a largo plazo con aportaciones acordes a tus ingresos.
Por otro lado, también se desarrollaron PIAS bajo la opción unit linked, de manera que, gracias a los fondos de inversión sobre los que invierte el producto, los ahorradores/inversores obtenían ese plus de rentabilidad que necesitan para capitalizar sus aportaciones, que mantenidas en el tiempo conforman un monto total más que interesante. No en vano, dentro de esta tipología te puedes encontrar:
a) Perfilados en función de la aversión al riesgo del ahorrador/inversor, varían el porcentaje entre renta fija y renta variable:
- Conservador: 25% RF – 75% RV
- Equilibrado: 50% RF – 50% RV
- Dinámico: 15% RF – 85% RV
b) De arquitectura abierta, que permiten elegir entre una amplia parrilla de fondos de inversión tú mismo o con la ayuda de tu asesor financiero, diseñando la estrategia de inversión.
c) Perfilados de gestión activa: no sólo llevan a cabo una distribución entre RF y RV como el primer subtipo, sino que además, en función de las circunstancias del mercado, varían dentro de cada categoría de activo los porcentajes entre los fondos de inversión.
Esta tipología de PIAS dota al ahorrador/inversor de todos los beneficios intrínsecos del unit linked frente a un fondo de inversión: inembargabilidad, designación expresa de beneficios, respaldo del Consorcio de Compensación de Seguros y la reducción en el impuesto de sucesiones y donaciones de 9.195€ por heredero; sin dejar de lado tampoco otras tres características fundamentales:
a) Flexibilidad en las aportaciones igual que un fondo de inversión, pudiendo subir, bajar, parar o hacer aportaciones extraordinarias.
b) Diversificación entre varios fondos, más amplia que la que podemos conseguir con un solo fondo.
c) Calidad y accesibilidad a fondos que, por separado, exigen grandes capitales para poder entrar en ellos, concentrando tu inversión y perdiendo diversificación y seguridad.
Lo que sí debemos tener en cuenta es que éstos necesitan un periodo de maduración, como los huevos de dragón de la casa Targaryen, para que nazca la serpiente de fuego de la rentabilidad. Al estar a valor de mercado, el periodo mínimo recomendado es de 5 años, pero hay algunos que necesitan de 10 a 15 años, con lo que a la diferenciación inicial entre los PIAS disponibles de escasa rentabilidad y los de largo plazo, podemos añadir una más: los de medio plazo, que más que vehículos de capitalización para la jubilación son vehículos de acumulación e inversión para otros menesteres como los estudios de los hijos, la entrada de un inmueble o un coche.
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